Al’Akhawat es el fruto del cruce de caminos de cinco artistas que son reflejo de la diáspora Marruecos-España y todo lo que queda en el entremedio y fuera del estado-nación.
El colectivo Al’Akhawat es diverso en su composición. Está formado por integrantes cuyos orígenes se extienden desde el norte hasta el sur de la península, abarcando las islas, y desde el desierto hasta las montañas del Atlas. Está compuesto por artistas, poetas, investigadoras y fotógrafas que, atravesadas por el territorio, se convierten en portadoras de la diferencia y herederas de una cultura parcial. El sentimiento de pertenencia, de ser (y no ser), de aquí y de allá ha sido algo que ha marcado a una gran mayoría de migrantes que han crecido siendo hijas de la diáspora. Unas generaciones que han crecido presenciando las luchas y los sacrificios de sus seres queridos, que se sienten parciales pero que se consideran tan de aquí como de allá. Somos un colectivo que ha crecido en la esfera digital, nuestro salón de estar y nuestra esfera pública durante ya un año ha sido Google Meets, Zoom o Discord.
La gestión cultural es uno de los pilares del colectivo, un espacio que nos permite articular nuestras diversas sensibilidades artísticas y construir puentes entre lo personal y lo comunitario. En este habitar un lugar desterritorializado, sin sede ni centro, proponemos en esta sesión de Sociología ordinaria 13# el método de cuidar y de hermanar —que también puede entenderse como fraternizar o situar al mismo nivel—, un enfoque que hemos seguido dentro del colectivo para enfrentar las prácticas que individualizan el arte y la cultura. Prácticas donde prima la competencia por la fama, el destacar y el dejar huella en la historia; donde todo parece una eterna carrera de convocatorias, premios y relaciones de poder.
Por la autovía —لوتوروت— y adelantando por la izquierda, nuestra forma de relacionarnos —de cuidar tanto lo personal como lo profesional— genera atmósferas de comunidad, de cuidado mutuo, que nos conducen a un triunfo bienestar, que no es únicamente individual, sino también colectivo.
En un proceso de descolonizar las artes, de la conquista y del descubrimiento de prácticas, el dispositivo, los lugares y los espacios culturales, nuestro camino se alimenta de lo cotidiano, de las experiencias de nuestras familias y de investigaciones que buscan corroer el centro desde las periferias: desde la cultura menor, desde el arte social, político y colectivo.